Por Alexéi Tellerías
LA ESQUINA DE LA HOSTOS CON EMILIANO TEJERA SE CONVIERTE CADA DOMINGO EN UN LUGAR IDEAL PARA BAILAR Y DISFRUTAR.
Cuatro de la tarde en los predios de las ruinas del monasterio de San Francisco. Se han cerrado los accesos de la Hostos justo metros antes de convertirse en Emiliano Tejera. Ya está colocada una tarima frente al arco de la entrada.
Las sillas inundan el piso empedrado, pero en menos tiempo del esperado ya empiezan a llenarse. Personas de varias generaciones, distintos estratos sociales y múltiples nacionalidades son el público que viene a pasar sus últimos momentos del fin de semana a este rinconcito de la Ciudad Colonial.
Esto inició hace varios años como un "hobbie" de grupo de amigos que se juntaban para interpretar éxitos del son, bolero y merengue clásico en el negocio enfrente de "las ruinas", pero ha ido en constante evolución para representar hoy día una oportunidad de esparcimiento colectivo, manifestación que ha surgido de manera espontánea y auténtica por esta agrupación que se hace llamar "Los Bonyé".
La pista frente a la tarima se convierte en una verdadera cacerola de seres humanos que prefieren desconocer que al día siguiente se trabaja. Con un repertorio que va desde merengues originales hasta boleros "para brillar mosaicos", transcurre el atardecer y la prima noche, cuando se despide el concierto y se espera hasta la próxima semana.
Arriba, la tarima también se convierte en un espacio de compartir musical. No han sido pocas las veces que varias personas han tenido su momento de gloria frente al público, mientras Los Bonyé descansan. Gente de distintos puntos geográficos, con distintos gustos, que se han acercado primero con curiosidad y luego con entusiasmo, tienen su turno ante las luces.
Para hablar de Los Bonyé y su amalgama de ritmos frente a las piedras coloniales, hay que detenerse primero y rendir homenaje a quienes ellos mismos honran con el nombre que han escogido. Nos referimos a José Maria Guerrero, "Bonyé", el desaparecido bailador de son, quien junto con Chencha -su compañera de baile y de vida- formó una de las parejas soneras más conocidas y tradicionales del país.
Esta es una celebración espontánea, pero organizada. El buen comportamiento y la amabilidad orgullo de los vecinos de la Ciudad Colonial, brilla con fuerza creando un ambiente acogedor en un sitio espectacular y rodeado de historia.
Los domingos coloniales con "Los Bonyé" han devenido en punto de encuentro. Y no solo para los capitaleños, hasta los turistas se integran y la pasan estupendamente, principalmente porque saben que es una actividad de los dominicanos y no un montaje de algún resort.