Por Virginia López
A DÓNDE IR, QUÉ HACER Y CÓMO MOVERSE EN ESTA INCREÍBLE CIUDAD
Es importante que sepas que esta es la tercera parte de la historia, si quieres saber qué nos llevó tan lejos, debes leer las partes anteriores: Mochileros en Marruecos y Mochileros en Marruecos - Parte II
Nos habíamos levantamos muertas del susto al escuchar a un volumen altísimo una especie de lamentos, en idioma que no entendíamos y que al parecer venían de unas bocinas.
Luego descubrimos que es parte de la tradición islámica, donde existen cinco oraciones diarias obligatorias llamadas Salât, estas oraciones están compuestas por ciclos, o raka'at, por lo que existen oraciones de dos, tres y cuatro ciclos… Aunque al principio verdaderamente nos aterramos, luego nos acostumbramos pues no teníamos de otra y el hostal quedaba al frente de una mezquita.
Al siguiente día decidimos mimarnos un poco, lo merecíamos tras timadas y asustadas en la "mala noche" y nos fuimos a un "spa". Ahí si que viajamos al cuento de las mil y una noches porque la arquitectura era mágica, los masajes increíbles y entre los vapores y el té de menta, sin duda logramos relajarnos y acabamos saliendo de ahí casi flotando.
Aprovechamos luego para conocer un poco de la gastronomía marroquí, a mi me encanto el cuscús y el tajine de verduras. El cuscús forma parte de la comida típica de Marruecos y se trata de unas pequeñas bolas de semolina que se cocinan al vapor, gracias a la globalización, aquí en RD lo consigo y lo preparo bien parecido. Un dato interesante: Las especias se emplean en la cocina marroquí de manera casi extensiva e intensiva.
Ese día recorrimos las Tumbas Saadíes, son uno de los lugares más visitados de Marrakech. Fueron abiertas al público en 1917, año en que fueron descubiertas, datan de finales del siglo XVI y están localizadas en un jardín cerrado al que se accede a través de un pequeño pasillo.
Al salir de allí nos perdimos varias veces en las callejuelas contiguas y les ocnfieso que perderse, es lo mejor del viaje… Es fácil sumergirse en ese mundo desconocido, vivir la aventura de conocer una cultura y manera de pensar muy diferente, pero que definitivamente tiene su encanto.
Al día siguiente nos quedamos en la ciudad, perdiéndonos un poco más; para luego emprender un viaje en tren ¡a Casablanca!
CASABLANCA
Casablanca es la ciudad más grande de Marruecos y capital económica del país, es notoria por su circulación caótica y por la congestión de sus arterias y bulevares principales. Llegamos en un tren casi prehistórico -rodeadas de bultos, maletas y gente- en el que pudimos ver un paisaje austero, pero a la vez encantador, que hacía evidente que estábamos en África.
Hacia el hostal nos fuimos en taxi y nos recibió un pintoresco marroquí con atuendo caribeño, que nos dio la bienvenida y las pautas del lugar y nos indicó donde estaban las habitaciones, la buena noticia: eran amplias y lo más importante ¡tenían baño propio!
Nos instalamos, duchamos y partimos hacia la antigua medina que se encuentra rodeada por murallas construídas en el siglo XVI, miles de callejuelas y numerosos puestos de comida, venta de ropa y demás. Andábamos siempre "moca", pero al parecer el tigueraje no era nada en comparación con el de Marrakesh. Nos dimos cuenta de que la gente era como más simpática y alegre, yo asumo que es por estar cerca del mar y por el flujo de turismo que reciben.
Luego del recorrido volvimos al hostal y nos dimos cuenta de que el sociable dueño había cambiado su atuendo a una bata sombría y que estaba descalzo rezando sobre una alfombra vieja, haciendo unos murmullos que rodeaban el hotel.
Acompáñanos en la cuarta parte de esta aventura por África en donde visitaremos La Corniche para ver las costas del Atlántico, las playas y la archifamosa Mezquita Hassan II, que es sólo superada en dimensiones por la de La Meca.