Redactado por: Esteban Valenzuela.
UN RUTUTEO DE BAJO PRESUPUESTO EN MILAN
Tengo un amigo al que llamo Marpopollo porque se conoce Europa casi enterita, estabamos juntos en Madrid haciendo una especialización y vimos que nos agarraba la semana santa sin planes, "Yo quiero ir a Italia" le dije y él andariego al fin estuvo de acuerdo, así que entramos a la web de Ryanair, la aerolínea del estudiante/mochilero y decidimos que nor iríamos como el típico trotamundos que duerme "donde le caiga la noche".
Nos montamos en esa guagua voladora con alas y lo digo en serio porque no sólo no tiene asientos asignados sino que ¡hasta venden fracatanes! y caímos en casa de un amigo de mi tío que nos buscó en el aereopuerto y nos llevó a la privincia "Como" en Lombardia. Eramos unas nueve personas en el hogar, por lo que hicieron un desalojo a los chamaquitos metiendo a uno en el sofá y al otro en una cama inflable y nos ubicaron a nosotros como reyes en su habitación, demostrando que ¡nadie puede poner en duda el buen corazón de los dominicanos ausentes cuando aparece un compatriota!
Madrugamos para irnos temprano pues como dice una amiga Colombiana 'No se puede dormir en Euros, estamos en Europa'. Fuimos a la estación de tren mas cercana y a base de muecas indicamos a donde queríamos ir. Tomen en cuenta que siendo turistas deben preguntar hasta lo que crean más insignificante, nunca deben amilanarse por desconocer el idiom, recuerden que las señas son un idioma universal y que los lugareños terminarán esforzarse por entender al que va a consumir en su país ¡lo confirmamos... varias veces!
Siguiendo órdenes tomamos el tren que partía desde Mariano Comense hasta Cadorna con unos 4.5€, no olviden cuando usen los tickets que deben perforarlos en las maquinas que están en los andenes, si no lo hacen y el personal pasa a revisarlo ¡tendrán problemas! Llegamos a Milano, una ciudad de vistosas edificaciones, vestir muy sofisticado y llena de historia. La movilidad allí no es para nada difícil, una buena opción es ir a la oficina del ayuntamiento y obtener una tarjeta para arrendar una de las tantas bicis amarillas que hay en la ciudad.
Ese primer día nos dimos un rututeo como Dios manda, pero para verlo tendrás que leer "Conociendo a Milano y no los espagueti s II" la segunda parte de nuestro mochileo de Semana Santa.