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Vista callejera de la ciudad de Tokio, Japón

¡Me fui pa' Japón! - Parte V

Redactado por: Martiña González

LA HISTORIA DE CÓMO HICE PARA IRME A JAPÓN ¡GRATIS! POR 20 DÍAS

Antes de arrancar a leer es bueno que sepas que esta es la quinta parte de una historia, las anteriores está en: ¡Me fui pa' Japón! - Parte I, ¡Me fui pa' Japón! - Parte II, ¡Me fui pa' Japón! - Parte III y ¡Me fui pa' Japón! - Parte IV.

En la pasada edición les comenté sobre la comida y los baños, esta vez quiero contarles sobre la puntualidad, los modales, las puertas y algunos clichés como los mini templos y el quitarse zapatos.

Los modales
En todos los sitios (ya sea tienda de ropa, auto servicio, 7/11 o restaurantes) siempre te reciben con una sonrisa y un "buenos días" seguido por una reverencia. Creo que hice unas 500 reverencias ¡sin exagerar! y sinceramente no me molestaba, se veía tan sincero que se notaba que lo hacían por cortesía y no porque entraste a consumir.

Descubrí que son muy amables y complacientes con sus visitantes cuando en momento salí a buscar algo de beber en la mesa. Vi que habían dos señoras sentadas ahí y les pregunte si tenían Coca-Cola, ellas sonrieron y dijeron que no. Me olvidé del tema, cogí un vaso de agua pues la otra opción era te verde y volví a entrar.
Cuando salimos al receso una de ellas se me acerco muy sonriente y me dijo en su inglés machucado "¡compramos Coca-Cola para usted!" algo que todos los demás aprovecharon pues estaban en la misma pero no se había atrevido a preguntar.

Una cosa IMPORTANTÍSIMA es que los japoneses son extremadamente puntuales, al nivel de que si llegaste un minuto después ¡ya estas oficialmente tarde! En la sesión de orientación nos recomendaron llegar media hora antes y no un minuto tarde, pues lo ven como de mal gusto y mala educación. Imagínense como la pasamos una recua de dominicanos con nuestra costumbre de llegar tarde a tooodos los sitios. Para no quedar mal hicimos una cadena en la que nos despertabamos los unos a los otros y con una chica, que era difícil de levantar, una vez hasta llegamos a llamar a recepción para pedir las copias de sus llaves.

Las Puertas
Todas las puertas de lugares públicos están sensoriadas y no exactamente como en este lado del mundo. Llegué a pararme enfrente de una y quedarme como idiota esperando a que se abriera sola y no fue hasta que una chica que al parecer estaba en su 'cigarette break' se acercó y la topó que la malvada puerta abrió. Ella me dijo algo en japonés acompañado -claro- de una sonrisa y yo respondí con un tímido gracias mientras pasaban mis ganas de meterme en el subsuelo.

Los Templos
Algo muy curioso es que en las calles, estaciones y básicamente donde sea, de repente ves una pequeña réplica de un templo en el que los transeúntes esporádicamente se detienen tal vez un minuto o dos, hacen una reverencia y siguen su camino. Me pareció muy chulo que los japoneses se dan la oportunidad durante la rutina de detenerse para agradecer sus bendiciones.

Los Zapatos
Si, el más famoso cliché es cierto. Les confirmo que SI hay que quitarse los zapatos cuando entran a las casas, ciertos sitios turísticos y museos. Es tanto así que incluso en algunos lugares te dan unas sandalias para que camines con ellas.

El lunes que viene continuamos con mis aventuras por Japón, así que esperen la parte VI donde conoceremos "al principe" (evidentemente para beber té) y arrancaremos el turisteo.

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