Ya no hay que irse de casa en casa por los pueblos para poder disfrutar del gusto que crea ver un buen plato criollo. De hecho ya no hay ni que ir a un restaurante para evocar en nuestras mentes el placer de presenciar la auténtica cocina dominicana pues hay un grupo de gente que se ha dedicado a darnos una especie de tour binario por nuestra gastronomía y lo hacen valiéndose, primordialmente, de una de las más populares redes sociales en la actualidad: Instagram.
En la comunidad de “Los Calabazos” se paría tristeza, en la década de los 90’s la mortalidad infantil había diezmado a todas las familias que componían este pequeño asentamiento humano radicado en la falda de la Cordillera Central, en el camino a Manabao y casi al inicio de la más reconocida ruta ecoturística de la República Dominicana: el Pico Duarte.
Ningún destino es para todos, pues como dicen por ahí: "para los gustos de hicieron los colores". De este lado de la pantalla nos hemos tomado la libertad de analizar las principales razones por las cuales consideramos que la República Dominicana puede que no sea un buen lugar para ti, tus inversiones y vacaciones. Vayamos paso por paso.
Como seres humanos tenemos una tendencia a dar por sentado aquello que consideramos parte de nuestro día a día y de perder la capacidad de sorprendernos cuando las cosas se vuelven “normales”. Por ello hasta nos extrañamos al ver gente haciéndole fotos o apreciando la belleza de lo que para nosotros se ha tornado “cotidiano” y, a raíz de esto, logramos desconectarnos de los lugares a los que tenemos fácil acceso al punto de casi ignorar su existencia y con ello sus beneficios.
Desde pequeña era llevada a la dulcería "María La Turca", a veces por mis abuelos, a veces por mis padres... Durante mi infancia y adolescencia ésta era una parada obligatoria cuando se estaba de día en la Ciudad Colonial. La tradición continuó en mi vida adulta y, cuando la oportunidad lo permitía, hacía una pausa en ese lugar en el que, para mí, hacen el mejor dulce de lechosa cristalizada que he probado en mi vida y algunos de los más sabrosos dulces criollos que se pueden comprar en mi país.
Mazorca a mazorca él, quizá sin saberlo, conserva sabores que forman parte de nuestro acervo gastronómico y lo hace a través de recetas y tradiciones que se han mantenido casi intactas pese al paso del tiempo y que son parte de nuestra cultura, esa que vive en el corazón del pueblo, esa que evoluciona conforme nosotros lo hacemos y esa que define nuestra identidad.