El carnaval es una fiesta popular con máscaras, comparsas, bailes, disfraces, desfiles, diversión y otros rituales. Es una festividad arraigada en varios países y que tiene lugar antes del inicio de la cuaresma cristiana. De ahí el término “carnaval “que proviene de la frase “carnem levare” lo que se traduce como “quitar la carne”.
Un antecedente que se destaca es que se trató de una tradición que tenía lugar siempre en febrero, época de transición entre el invierno y la primavera. Además, entre sus actividades se efectuaban ritos de purificación, por lo que coincidía con los últimos días del letargo invernal evidenciado en la naturaleza, según destaca el portal carnaval.com.do.
El carnaval dominicano es sinónimo de creatividad y alegría. Constituye la fiesta popular más importante del país. No solo representa un espectáculo de colores y música, sino también la historia y cultura de la nación. Un sentimiento de celebración se vive en cada pueblo, cuando desfilan las comparsas y personajes tradicionales.
Desde el mes de febrero, cada domingo, jóvenes, adultos y a veces hasta niños, disfrutan en sus ciudades o se trasladan a otras localidades, ataviados de máscaras, disfraces o ropa colorida, para ver los desfiles y las presentaciones artísticas.
Orígenes
El carnaval dominicano tiene sus orígenes en la colonia. “Es un traslado del carnaval que nace en Europa en la edad medieval y que traen a la isla con la conquista. Este evoluciona y se va adecuando a la idiosincrasia y características culturales del pueblo, fruto del sincretismo étnico entre lo español, africano y herencia cultural indígena”, afirmó Bolívar Troncoso, destacado historiador dominicano, docente Universitario y asesor ecoturístico de muchas provincias dominicanas.
El sociólogo Dagoberto Tejeda, también afirma que el origen se encuentra en Europa, que en sus inicios fue también una sociedad agrícola, donde la gente pasaba un proceso de seguimiento, angustias o ansiedades en lo que era la siembra, el cuidado y la recolección de la cosecha.
“Cuando culminaba la cosecha, la gente hacia una catarsis, entonces ante esta culminación de actividades, disponía de varios días para poder recuperarse y al mismo tiempo recrearse. Eso significaba que había un espacio libre donde se juntaban el capataz, los trabajadores y los amos, para beber, bailar y compartir, en un espacio que se convertía en la negación de la vida cotidiana, en un espacio democrático”, indicó.
“Hubo una segunda fase donde este espacio democrático, que cada vez se tornaba más libre, la gente pasaba a bufarse de los personajes, de los funcionarios y de lo que estaba ocurriendo y a veces se “alocaban”, se tomaban unos tragos, la gente se mostraba tal cual era, entonces aparece la máscara y detrás de esta, la gente se muestra como es, como quiere ser y a veces lo que nunca quiso ser”, explicó Tejada.
Cuando el cristianismo se convierte en la religión oficial, en su primera intención quiso eliminar esa festividad, porque la encontraba pagana y que inducía al pecado. Al no poder eliminarla, la iglesia pasó a “cristianizarla”. En 1264, el Papa Paulo 4, en su bula Transitorium, dio un decreto dentro de la iglesia católica, que determinó que los cristianos podían celebrar esa fiesta durante tres días y que debía terminar el martes antes del miércoles de ceniza.
Para eso el Papa le dio un nombre: Carnaval, que se deriva de “carnavare”, derivado del latín “carnemlavare” que significa “dejar hacer a la carne”. Esto se difundió en toda Europa. En 1492 cuando se produce el descubrimiento del nuevo mundo, los españoles traen sus instituciones, sus creencias, su idioma, sus armaduras, su religión, y traen sus formas de diversión.
En República Dominicana, la mezcolanza europea y africana, ingredientes étnicos que han sobrevivido hasta hoy, aportan una serie de variables que distinguen los juegos de carnaval, según afirma la ensayista Jeannette Miller. “El sincretismo se hace sentir en la confección de las vestimentas, que en muchos casos se acercan más a simbolizaciones rituales de los antiguos pueblos agrícolas, dado el alto porcentaje de influencia africana traída a la isla durante la colonia española, por los esclavos negros que sustituyeron la mano de obra indígena a partir del Siglo XVI”.
Activil Modeste, destacado promotor del carnaval dominicano y CEO de la agencia de viajes Mr. Tours, afirma que este es el carnaval más antiguo del continente, el cual vino con los colonizadores. “Vinieron con personajes y caretas distintas a lo que vemos hoy. Ha seguido evolucionando logrando la esencia de nuestra isla en cada una de las expresiones”.
Actualidad
“La parte del espectáculo complementa el elemento cultural, además de las comparsas, desfiles y personajes, cada uno de los carnavales tiene un complemento artístico desde agrupaciones regionales de los mismos pueblos, hasta los principales artistas populares, lo cual llama la atención de las personas, para complementar esa expresión folclórica”, expresó.
Indica que el más concurrido y popular es el de la provincial La Vega, pero que también muchas personas visitan el de Santiago, Bonao y en los últimos años, el de Punta Cana.
La destacada folklorista dominicana Xiomarita Pérez, dice que el carnaval es una manifestación cultural que se transforma en una gran industria, que mueve a diferentes sectores económicos como los artesanos, modistas, diseñadores, fabricantes y vendedores de pintura y tela, empresas de alimentos y bebidas; transporte, medios de comunicación radial, escrito y televisado, las publicitarias y el turismo nacional y extranjero, entre otros.
“El mismo enriquecimiento del carnaval en los últimos años a nivel nacional hace que el movimiento económico sea mayor. Más de 20 provincias del país tienen su carnaval definido, con sus fechas escogidas, por lo que en esta época se produce en esos lugares un movimiento económico directamente vinculado con el mismo”.
En el 2023, el Congreso Nacional aprobó la Ley que declara el Carnaval Vegano como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación Dominicana. Los legisladores consideran esta ley como el primer paso para luego gestionar ante la UNESCO, que también declare el Carnaval Vegano, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Personajes principales
Modeste considera que el personaje más importante del carnaval dominicano es “El diablo”, que se representa de diferentes maneras y diferentes nombres según la provincia donde se represente, por ejemplo: en La Vega son “Diablos cojuelos”, en Santiago son los “Lechones”, en Bonao el “Mascarao”, entre otros.
Según el reconocido folklorista Dagoberto Tejeda, “El diablo” es el personaje central, no porque sea un culto a Satanás, sino una sátira. “El carnaval es un bonche, libre, abierto, entonces no se va con un santo, porque sería muy aburrido, tú te vas con el “diablo”, que tú le brindas un trago y él te pide otro”, explicó.
En cada lugar del país, este personaje recibe un nombre diferente: Mascaraos del diablo en Elías Piña, Las Cachuas en Cabral, Lechones en Santiago, Los Toros y Civiles en Montecristi, Diablo Cojuelo en La Vega, en San Cristóbal y la Capital, Los Papeluses en Cotuí, entre otros nombres.
Bolívar Troncoso, presidente de la Fundación Sabores Dominicanos, experto en turismo y ecoturismo, docente universitario, afirma que nuestro carnaval es uno de los más ricos y diversos. Indica que los personajes más relevantes en Santo Domingo son: “Roba la gallina”, “Se murió Rebeca”, “Los indios”, etc. “Luego tenemos personajes icónicos como: Diablo cojuelo en La Vega, Bonao y Salcedo; Los Lechones en Santiago de los Caballeros; en Montecristi los “Toros y civiles”, siendo uno de los más antiguos. En el suroeste del país tenemos los personajes del carnaval cimarrón, de los negros que se sublevaron en las montañas de Neiba, Bahoruco y la cordillera central. En el Este, en Yerbabuena, de la provincia Hato Mayor, tenemos las Marimantas”.
Las Marimantas son disfraces con hojas de plátanos secas, un casco de comején, púas de colores y ramitas de jazmín, es el símbolo que por décadas ha identificado a esa provincia de la región este del país, según explicó el profesor Universitario Félix López Ferrand al periódico Diario Libre.
Otros personajes:
- “La muerte” es permanente en el carnaval, sea simbólica o sea expresa, porque representa esa visión de que el carnaval es un ritual de tránsito entre la vida y la muerte, donde triunfa siempre la vida.
- “Se me muere Rebeca” es una denuncia social, porque el carnaval es un reflejo de la realidad. Una mujer pobre, se le está muriendo la niña y sale gritando que no la puede llevar a una clínica y menos a un hospital privado.
- “Roba la Gallina” es un personaje de origen africano, con los senos y sentadera grandes, símbolo de fertilidad.
- “Los Tiznaos”, representan la presencia africana en el carnaval.
- “Las Cachúas” son personajes mitológicos y místicos que aportan un toque de fantasía. Con sus máscaras y vestimenta elaborada, estas figuras se inspiran en la tradición africana y las creencias espirituales. Su presencia en el desfile agrega una dimensión simbólica y ritualística.
Carnavarengue
Hay un municipio en la costa norte que tiene el único carnaval marino del país. Se trata de Río San Juan, en María Trinidad Sánchez. Desde 1998 y durante cuatro días, desarrollan el “Carnavarengue”, una expresión cultural de sus habitantes.
La tarima la ubican dentro de la Laguna Gri Gri, así como el desfile de las comparsas sobre botes. Un despliegue de belleza y creatividad hay en los trajes de los comparseros, quienes se inspiran en la vida marina. El espacio alrededor de la laguna sirve como un anfiteatro natural, lo que facilita la vista de los espectadores.
Al crearse en 1997 una subsecretaría de Turismo en el municipio, surge la idea de hacer un festival del merengue y al mismo tiempo, otras autoridades preparaban un carnaval en el pueblo. Entonces se unificaron las dos ideas, y lo denominaron en principio “Carnamerengue”. Durante cada noche de la celebración, se presentan varias comparsas y el último día, el concurso de comparsas tradicionales y de fantasía, trajes individuales y coreografía.
Creatividad y música
Si en algo somos expertos los dominicanos, es en convertir cualquier situación en alegría y en saber aprovechar los recursos disponibles. Convertir harapos en vestimenta, pintar los cuerpos con tiza o aceite quemado, utilizar desechos como disfraz, es parte de lo que nos caracteriza en esta fiesta cultural.
“En los pueblos pobres la capacidad de creatividad es extraordinaria, más que los ricos que tienen todos los recursos. En Cotuí, el traje es de hojas de plátano secas y la máscara es de higüeros con comején pegado con clara de huevo. En Elías Piña, todo son de desechos. En Yerbabuena, Hato Mayor, tiene los carnavales más ricos, en base a hojas, a yerbas, a comején”, concluye el folklorista Dagoberto Tejeda.
“Las personas más pobres de la ciudad se sirven hasta de desechos, que aun siendo partículas inservibles revelan una relación económica más avanzada. A diferencia de los disfraces rurales o semirrurales que dependiendo de si la zona es ganadera o agrícola, utilizan elementos como barro, matas, hojas secas, frutos, semillas, cuernos y huesos de animales, las gentes de la ciudad deben recurrir, entre otras cosas, a tapitas de botellas, latas vacías, e incluso petróleo o aceite quemado, para crear su ornamentación”, indica la escritora Jeannette Miller, miembro de la Academia Dominicana de la Historia.
El carnaval dominicano es rico en música, en expresiones populares y culturales. Hay una fusión de diferentes ritmos nacionales y de elementos musicales, por ejemplo, en la zona Este, el aspecto festivo del Ga-Ga, se mezcla con elementos del Prí-Prí. Los cachuas de Cabral han salido con grupos de palos y de carabiné. En el desfile de San Cristóbal se siente el sabor de salves en las cuales el balsié es hegemónico. En varios carnavales del país el personaje del Muñeco se hace acompañar de pericos ripiaos. También tenemos los famosos y graciosos Chinos de Bonao.
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Redacción: Ivonne Soriano Morales / Fotos: Franklin Tejada, Carlos Brito, Maricha Matínez Sosa y fuente externa.