Entre Cabrera y Gaspar Hernández, entre el Océano Atlántico y la provincia Duarte, entre las costas y las montañas del litoral norte de la República Dominicana, allí, en la provincia María Trinidad Sánchez, se encuentra el municipio de Río San Juan. 

Además de por la imponente presencia de la Laguna Gri-Grí y por la belleza de sus playas, este municipio, cuyas principales calles terminan siempre en el mar, es reconocido por ser la sede del único carnaval marino de la República Dominicana. Los primeros pasos para la creación de esta peculiar tradición datan de 1997, cuando se estableció en la zona una sub-secretaría de turismo y, con el fin de impulsar el flujo de visitantes de la región, se promovió la idea de hacer un festival de merengue que aprovechara el espíritu carnavalesco que invadía al país durante el mes de febrero. De la unión de ambos conceptos de carnaval y merengue, nació aquello que hoy conocemos como “Carnavarengue”.

Inicialmente, este festival se realizaría de forma itinerante en toda la ‘Costa Verde’, así Río San Juan, Gaspar Hernández, Cabrera y Nagua compartirían parte de los beneficios del mismo. Pero, al percatarse de que prácticamente ningún otro entorno podría superar el espectacular escenario natural ofrecido por la Laguna Gri-Grí, el proyecto fue acuñado por el lugar que le vio nacer: Río San Juan.

Su característica temática nació del pueblo mismo, quienes guiados por la experiencia de artesanos de La Vega aprendieron lo necesario para la confección local de las caretas, siendo sus primeros ejemplares inspirados en la pesca, la ganadería y la agricultura, hasta enfocarse única y exclusivamente en la biodiversidad marina. Hoy en día se aprecia una impresionante variedad en su ejecución, pasando desde las caretas más sencillas hasta las que integran elementos como corales, caracoles, erizos y otras especies marinas que hacen aún más realista y poderosa la temática costera.

Desde el año 1998, cuando se realizó la primera edición del Carnavarengue, se aprovecha la natural forma de anfiteatro que ofrece la topografía de la Laguna Gri-Grí para el montaje de la tarima principal. Botes pesqueros que emergen desde el interior de la laguna protagonizan el desfile de la la reina, virreina y princesa, quienes son acompañadas por personajes de las distintas comparsas que se presentan año tras año. Estas embarcaciones reciben el nombre de ‘barcarrozas’ y le añaden un toque mágico al evento cuya duración se extiende por cuatro días y es siempre realizado en el mes de febrero.

Durante estas noches la Laguna Gri-Grí sirve de escenario para el desfile de reconocidos talentos y personajes que parecen recrear un universo de fantasía extraído desde las profundidades de nuestro mar y es allí, entre música y alegría que se realizan las distintas actividades y los certámenes donde se exhiben y premian las diferentes categorías del carnaval.

Aquello que inició hace 20 años como un proyecto de promoción turística y cultural, acabó siendo un referente identitario de toda una zona hasta el punto de que hoy Carnavarengue es sinónimo de Río San Juan, y el concepto de un carnaval dominicano sin los esperados diablos cojuelos y basado en el mundo marino despierta curiosidad en quienes lo descubren.

Para nosotros, en Quemashago.com, lo que hace único al Carnavarengue es la autenticidad de su propuesta, su apuesta a la exaltación del privilegiado entorno que le rodea, su interés por la creación de una identidad propia, la integración que logra año tras año en quienes participan del evento y la alegría que despierta en el pueblo, que lo siente propio, lo vive y lo salvaguarda con orgullo.

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