La respuesta es sencilla: NO se lavan. Nunca debes de utilizar agua para limpiarlos ya que, por su porosidad, los hongos absorben mucha humedad y, al cocinarlos, perderán su deliciosa consistencia.
Para remover el exceso de tierra debes pasarles delicadamente una servilleta de papel o un cepillo suave.
No te preocupes por gérmenes o contaminantes ya que esta clase de hongos son cultivados en ambientes especialmente controlados para su uso.
Entre sus particularidades tenemos que están compuestos por un 90% de agua y aportan tan solo 25 kcal por cada 100 gramos. Además, por la cantidad considerable de fibra que contienen y su textura, los hongos poseen un gran efecto saciante. Finalmente, al tener un índice glucémico muy bajo, son ideales para las personas diabéticas.
Fuente: Dra. Bianca Bejarán