C de Celíaca: Sentimientos encontrados con un helado

Tener algún tipo de restricción alimenticia y vivir en la República Dominicana tiene sus retos. Desde que te llamen “mañosa” por decir no a comer algo hasta que te fuercen a comer alimentos que pueden hacerte daño, aunque les expliques tu situación. Pero esos son retos que se pueden vivir donde sea, y muchas veces no es por hacer un mal, que lo dicen. La ignorancia está presente en todas las mentes, y como establecimientos de comida, las empresas deben asegurarse de que sus empleados tengan los conocimientos básicos para poder responder preguntas como: ¿Ese plato contiene gluten? ¿Es seguro ese alimento para una persona celíaca?

El otro día, mientras mi familia cenaba en un restaurante, mi curiosidad gastronómica y yo, nos dirigimos hacia un establecimiento de helados que se encontraba en el local contiguo. El espacio es precioso, lleno de colores, luces y helados; que, por su estilo, describía mis gustos como ningún otro lugar. Un joven muy atento a quien llamaré “E” escucha cuando la persona que me acompañaba me decía que mirara los ricos brownies y waffles que había allí para acompañar los helados, a lo que yo le respondí: “Recuerda que no puedo comer eso”. Con el dolorcito que produce decir esas palabras muchas veces.

E se acerca a nosotras para tomar nuestra orden, pero antes de preguntarnos cuál sabor de helado íbamos a elegir -y ya yo tenía demasiado claro que quería chocolate- me mira y me pregunta cortésmente: Disculpa, ¿tienes alguna intolerancia o alergia al gluten? En ese momento mi cuerpo se llenó de cierta inquietud, y le respondí que sí que tengo enfermedad celíaca. Por su mirada supe que él sabía lo que le estaba diciendo. Y es aquí cuando la buena política y cultura de la empresa salieron a la luz, entonces este me dice: “Por políticas de la empresa, y para evitar la contaminación cruzada, que tal si mejor eliges una de las opciones pre empacadas que ya tenemos para asegurarnos de que sea seguro para ti”. Y fue ahí cuando mi inquietud se volvió felicidad, y sobre todo, tranquilidad.

Me ayudó a ver la descripción de cada uno de los empaques de helado que había hasta que encontramos uno que era apto para mí. Nunca me había sentido tan feliz de dejar saber mi condición celíaca en un establecimiento de comida, sin que me hicieran sentir que era un reto o un problema. E supo manejar muy bien la situación, me cuidó. Y eso solo se logra con capacitación y tener a los consumidores como centro. Gracias a E y a Häagen-Dazs República Dominicana por su labor, yo disfruté cada cucharada de mi helado de chocolate.

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