Un “parqueador” nos señaló que el estacionamiento era allí. Tan evidente como que la calle seguía era el hecho de que estaba bloqueada por disposición oficial, así lo indicaban las cadenas y los pilotillos que cerraban el paso vehicular. Nos desmontamos y nos encaminamos a la zona peatonal, de un lado el inmenso azul evidenciaba por qué a Puerto Plata le llaman popularmente: “La Novia del Atlántico”. Del otro lado, y en ese momento cerrada, se encuentra una estructura que aparenta hacer las de taquillería / oficina. Al ponerse de frente es evidente que su superficie refleja y es difícil ignorar la belleza a nuestras espaldas, en una estampa de la que somos tanto partícipes activos como observadores distantes.

Mientras la derecha una colorida área de juegos infantiles indicaba que este era un espacio apto para todo público, en la parte superior izquierda del campo de visión, era posible distinguir, pos detrás de las palmeras, la estructura metálica del antiguo faro.

El anfiteatro

Unos pasos más y de la nada sale él, el nombrado anfiteatro. Es imposible estar allí y no imaginarse la magia que debe tener el poder disfrutar de un buen concierto al atardecer, con aquel espectacular fondo.

De inmediato se encienden las ganas de subir al último de los asientos para obtener una vista panorámica… Pero el notar al fondo el Fuerte de San Felipe hace que esas ganas se posterguen y siga caminando.

Delante estaban el Fuerte, Luperón, la costa y una especie de monolito. ¿Y qué hará eso allí? pensé, mientras me acercaba a la edificación colonial que, por desgracia, estaba también cerrada. Estábamos tan solos que se sentía extraño. En la distancia una familia se hacía fotos, al ras del mar un par de pescadores y en el área verde una especie de sesión de fotos.

Aunque el monumento principal estaba cerrado, por lo cual no pudimos visitar su interior, da gusto hacer la pequeña caminata que lo bordea, apreciar su estética y preguntarse por qué cosas habrá visto, como testigo de la historia…

Una tragedia

Lo primero que noto en el texto es que no está en español, de hecho, pensé que estaba alucinando al darme cuenta de que estaba en alemán. Se informaba sobre lo allí sucedido, era el 6 del mes de febrero de 1996 cuando el vuelo hacia Alemania cayó al mar. 121 personas perdieron allí sus vidas, algunos, nunca pudieron ser recuperados… Del otro lado la leyenda en español y debajo, el listado de las víctimas.

Honestamente, en mi cabeza no estaba almacenada información sobre ese accidente, por lo que me impresionó mucho. Unos pasos más adelante y nos encontramos al General Gregorio Luperón, lo cual nos evoca otro tipo de historia del pasado, aquella vinculadas contiendas heróicas.

¡Qué locura! ¿no? Son al menos cuatro las historias que nos cuenta ese rinconcito de costa. Cuatro momentos del pasado del cual podemos ser testigos. Tan solo hace falta aventurarse a dar unos pasos por esta importante zona de la costa norte de la República Dominicana.

Fotos: Maricha Martínez Sosa.

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