República Dominicana es rica en fauna y flora, sin embargo, la capital está muy poblada, con un sin número de carros y gente caminando por las aceras, menos que salgas de ahí podrás observar la riqueza biológica de esta maravillosa isla.

Sin embargo, existe una zona sumamente verde, que, de lejos, parece una selva, es el Jardín Botánico Dr. Rafael María Moscoso, un lugar que con un cielo perfectamente azul y una brisa que ondea las hebras de tu cabello, hace que la tarde se vuelva exquisita.

El jardín que embellece la metrópoli, con cientos de metros cuadrados de reserva natural, llena de árboles nativos de la isla, desde especies de palmeras, flores, hasta algunas endémicas y un museo ecológico interactivo, todo relacionado con la vida silvestre y natural; a través de un recorrido en un tren con un guía que te muestra los espacios naturales del botánico.

Un recorrido en tren te lleva a través de sus múltiples metros cuadrados y rincones exóticos perfectos para capturar cientos de fotografías para el recuerdo, siendo el más popular, hermoso y frondoso el Jardín Japonés, con inmensa arboleda y florales, y un césped a orillas de un lago lleno de patos, ideal para hacer picnics y disfrutar de la vista 360.

El botánico fue abierto al público en el año de 1976, con iniciativa del Dr. Rafael María Moscoso, botánico dominicano, que se interesó en conocer, estudiar y conservar la fauna y flora que habita en la isla.

Entre las distintas zonas que componen el botánico, se encuentran la Plaza Central, donde se recibe a los turistas y cuenta con un gran número de estanques con plantas acuáticas y peces de colores.

A la mano derecha de la Plaza Central, se destaca el Reloj Floral. Una belleza colorida, en torno a la que se levanta un estanque circular colmado de plantas acuáticas y un inmenso jardín verdoso.

El Jardín Japonés, que presenta un precioso paisaje con fauna y flora asiática, con el valor agregado de un lago y puentes de madera.

El Mariposario, unos pasillos donde abundan las enramadas y las mariposas aletean con fervor alrededor de las flores. Un espacio totalmente silvestre y dinámico.

Para mí, que soy amante de la naturaleza, el silencio y las vistas panorámicas que me recargan de buena vibra, ir al jardín botánico es revivir esa emoción de alegría y placidez que se mantienen ocultos en las transitadas calles de la capital.

Es impresionante la sensación de tranquilidad emocional que sientes una vez pisas las instalaciones del paraíso natural, aunque el clima es el mismo que dentro de las carreteras centrales: tropical y húmedo.

Mi consejo es que vayas varios días al parque y recorras con calma y tranquilidad los puntos de interés. Usa el mapa del lugar, una vez dentro no verás señalizaciones muy seguidas, lo que puede desorientarte y hacerte dar vueltas en círculos.

Te sugiero devolverte hacia los distintos senderos, donde se puede apreciar la altura de los árboles, la riqueza floral y el sonido de los pajaritos.

Hay muchos puentes de madera que dan un panorama bastante lindo, sobre todo para los amantes de la fotografía.

¿Qué día y hora es más recomendable para ir?

  • El parque abre los siete días de la semana.
  • Yo sugeriría que vayas en el ombligo de la semana, un miércoles a las 9:00 a.m.

Recomendaciones:

  • Llevar un termo con agua.
  • Ir en ropa cómoda: tenis y jeans, por si gustas recorrer el parque caminando.
  • Llevar una cámara fotográfica e inmortalizar los recuerdos.
  • Desde las 9:00 a.m. hasta las 4:00 p.m.

Informaciones generales:

  • La entrada cuesta $100 pesos dominicanos.
  • El estudiante presenta el carnet universitario y la entrada costará $50 pesos.
  • El boleto incluye la vuelta en tren y la visita al Museo Ecológico.

¿A quién no le gustaría perderse dentro de este mágico lugar? ¡Anímate a ver dónde te llevan los puentes!

 

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